martes, 23 de junio de 2015

Contra los dioses paganos


Si su absurda teología se limitase a decir que los dioses han sido creados y salen del agua, después de haber demostrado que todo lo que ha recibido el ser está sujeto a perderlo, yo llegaría a las acusaciones que me quedan aún por rechazar. Pero ved hasta donde llevan la extravangacia: dan a sus dioses formas y figuras extrañas, por ejemplo el dios Hércules, al que representan como un dragón enroscándose sobre si mismo, y estos gigantes a los cuales dan cien brazos; un ejemplo también sería la hija que Júpiter tuvo de Rea o Ceres y que tenía aparte de los ojos naturales, otros dos sobre la frente, una especie de pico detrán en el cuello y cuernos en la cabeza, de manera que Rea, su madre, espantada de este pequeño monstruo, huyó de él y no le dio el pecho; por esto es llamada misteriosamente Athela, es decir, que no fue amamantada, y comúnmente Proserpina y Coré, distinta sin embargo de Minerva, llamada también Coré a causa de la pupila de sus ojos. Describen pomposamente lo que ellos llaman sus elevados hechos: los de Saturno, por ejemplo, que mutiló a su padre, le tiró de su carro y se manchó con el parricidio, devorando a sus hijos varones; los de Júpiter, que precipitó en el Tártaro a su padre cargado de cadenas, como Urano había precipitado a sus hijos. Cuentan de qué manera combatió por el imperio contra los titanes y persiguió a Rea, su madre, que sentía horror de unirse a su hijo; como ésta tomó la forma de la hembra del dragón, él se convirtió a sí mismo en dragón rápidamente y se unió con ella por medio de un nudo llamado nudo de Hércules, cuya imagen se ve aún en el caduceo de Mercurio; cómo, a continuación, habiendo violado a su hija Proserpina, bajo la misma forma de dragón, tuvo un hijo de ella llamado Denys o Baco. Cuando vuestros poetas sostienen tales absurdos, ¿no tengo derecho a dirigirles estas palabras? ¿Qué tiene, pues, parecida historia de útil, honorable, para hacernos creer en la divinidad de Saturno, de Júpiter, de Coré y de vuestros otros dioses? ¿Serían las formas que ella ha dado a su cuerpo? Pero yo os pregunto, ¿qué hombre de buen sentido o acostumbrado a reflexionar podría creer que un dios haya engendrado una víbora, como pretende Orfeo?

"Phanes, dice, engendró de su flanco sagrado otro monstruo, una víbora horrible a la vista; su cabeza estaba cubierta de cabellos, su rostro era de una rara belleza, pero el resto del cuerpo, desde el cuello, era el de un dragón terrible."

¿Quién se dejará persuadir de que este mismo Phanes sea el primogénito de los dioses (porque es él el primero que salió del huevo); que haya tenido la forma y el cuerpo de un dragón y que Júpiter, para escapar a su persecución, lo haya devorado? Si estos dioses no difieren en nada de las bestias más viles, es evidente que no son dioses. Existe una gran diferencia entre las cosas materiales y la naturaleza divina. ¡Por qué, pues, ofrecer nuestros homenajes a dioses que no han nacido de manera diferente a las bestias y que tienen un rostro y una forma monstruosos!

Atenágoras. Apología de los cristianos, XX