miércoles, 25 de abril de 2018

Los tres Bacos

En nuestra historia de los egipcios, hemos informado de las tradiciones de esta nación respecto al nacimiento y las hazañas de Baco; creemos que debemos ubicar aquí lo que los griegos dicen de este dios. Como los antiguos mitólogos y poetas difieren entre sí acerca de Baco y mezclan con sus historias muchas maravillas, es muy difícil desentrañar la verdad del origen y las acciones de Baco. Algunos reconocen sólo un Baco; otros admiten tres. Algunos incluso sostienen que este dios nunca apareció en forma humana, y que con el nombre de Baco debemos entender el vino. Brevemente resumiremos las diferentes opiniones expresadas sobre este tema. Aquellos que hablan de este dios como físicos, y que llaman Baco al fruto de la vid, sostienen que la tierra, entre otras frutas, produjo primitivamente la vid, que no ha sido descubierta. Dan como prueba que todavía encontramos en muchos lugares vides silvestres con frutos similares a los de la vid cultivada. Agregan que Baco fue llamado Demeter por los antiguos, contando para un primer nacimiento el momento de la germinación de la planta, y considerando como segundo nacimiento el momento en que la vid perdió los racimos; de esta forma, Baco habría tenido dos nacimientos, uno cuando salía del seno de la tierra, y el otro al producir el fruto de la vid. Algunos mitólogos todavía le atribuyen un tercer nacimiento: dicen que Baco, nacido de Júpiter y Ceres, fue desgarrado por los hijos de la tierra, que lo despedazaron y lo hirvieron; pero que Ceres recogió sus extremidades y le devolvió la vida. Hacemos una interpretación física de este mito diciendo que Baco, hijo de Júpiter y Ceres, significa que la vid crece, y que su fruto, que proporciona el vino, madura por medio de la tierra (Ceres), y por la lluvia (Júpiter). Baco, desgarrado en su juventud por los hijos de la tierra, significaría la cosecha que hacen los agricultores; porque los hombres consideran que Ceres es la tierra. Las extremidades hervidas indicarían el uso bastante general de cocinar el vino para mejorarlo y darle un aroma más suave. Los miembros desgarrados por los hijos de la tierra y restaurados a su estado original por el cuidado de Ceres, expresan que después de que la vid ha sido despojada de su fruto y que ha sido cortada, la tierra la hace brotar nuevamente según la estación del año. En general, los antiguos poetas y mitólogos dan a la tierra, como madre, el nombre de Ceres (Demeter). Todo esto se ajusta a lo que dicen las canciones de Orfeo y las ceremonias introducidas en los misterios de las cuales no está permitido hablar a los que no están iniciados. También es por razones físicas que otros explican cómo Baco es el hijo de Semele; porque dicen que la tierra fue llamada por los antiguos Thyoné; que le habían dado el nombre de Semele debido a la veneración que se tenía por esta diosa, y Thyoné, a causa de los sacrificios hechos en su honor. Según la tradición, Baco nació dos veces de Júpiter, porque el diluvio de Deucalión había destruido la vid, reapareció poco después de la lluvia. Baco, habiéndose mostrado así a los hombres por segunda vez, había estado, según el mito, en el muslo de Júpiter. Tales son las opiniones de aquellos que no entienden por Baco más que el uso y descubrimiento del vino.

Diodoro Sículo. Biblioteca histórica, III, 62.

Tal es, de acuerdo con la tradición de los libios, la historia del primer Baco, hijo de Amón y Amaltea. En cuanto al segundo, que era el hijo de Júpiter e Io, hija de Inaco, que era rey de Egipto y enseñaba los misterios sagrados. Finalmente, el tercero, nacido de Júpiter y Semele, fue, entre los griegos, el emulador de los dos anteriores. Imitando a los dos primeros, atravesó la tierra a la cabeza de un ejército; levantó varias columnas para marcar los términos de su expedición; extendió la cultura de la tierra; llevó a mujeres armadas con él, al igual que el viejo Baco tenía a su lado a las amazonas. Se cuidó mucho de las orgías, perfeccionó algunas ceremonias e inventó otras nuevas. Este último Baco recogió así la gloria de los dos primeros, que el tiempo casi había borrado de la memoria de los hombres. Lo mismo sucedió no sólo con Baco, sino también con Hércules. De hecho, ha habido varios héroes de este nombre. Hércules, el más antiguo, es, según la tradición, de origen egipcio. Después de subyugar una gran parte de la tierra, levantó una columna en la costa de Libia. El segundo, de Creta, uno de los dáctilos del Ida, se entregó a la magia y al arte de la guerra e instituyó los Juegos Olímpicos. Finalmente, el último Hércules, nacido de Júpiter y Alcmena, poco antes de la Guerra de Troya, viajó, obedeciendo las órdenes de Euristeo, por una gran parte de la tierra. Después de haber terminado felizmente sus trabajos, erigió en Europa la columna que lleva su nombre. Debido a la semejanza de nombre y costumbres, a este último se atribuyeron las acciones de los dos Hércules más antiguos; confundiendo los tiempos, de tres hicimos uno. Entre las diversas pruebas que se alega para mostrar que había varios Baco, hay una que se extrae de la guerra de los titanes. Todos coinciden en que Baco fue el auxiliar de Júpiter en la guerra contra los titanes. Ahora bien, es absurdo ubicar la raza de los titanes en el período en que vivió Semele y hacer que Cadmo, hijo de Agenor, sea más viejo que los dioses del Olimpo. Tales son las tradiciones mitológicas de los libios sobre Baco. Terminamos aquí el tercer libro, de acuerdo con el plan que habíamos trazado al principio.

Diodoro Sículo. Biblioteca histórica, III, 74.

Según algunos mitólogos, había otro Baco mucho más viejo que éste. Nació de Júpiter y Proserpina; algunos le dan el nombre de Sabacio. Celebramos su nacimiento; pero no se le ofrecen sacrificios y se le rinden honores divinos sólo por la noche y en secreto, debido a la vergüenza que conlleva a estas asambleas. Tenía, se dice, una mente muy inventiva; ató el primero de los bueyes al arado para sembrar el suelo. Es por eso que se representa con cuernos. Baco, hijo de Semele, nació mucho después que éste. El hijo de Semele era lujurioso, delicado de cuerpo y superó a todos los demás hombres en su belleza. También era muy hábil en los placeres venéreos y fue seguido por un gran número de mujeres armadas con lanzas en forma de tirsos. Fue acompañado en sus viajes por las Musas, muchachas instruidas y quien lo entretenían con sus canciones, sus danzas y otras diversiones. También tenía en su ejército a Sileno, su criador y preceptor; Sileno había contribuido mucho a la gloria de su discípulo. En la lucha, Baco estaba cubierto de armas bélicas y pieles de pantera. Pero en tiempos de paz, durante solemnidades públicas y festividades, estaba vestido con telas finas, bellas como flores. Su frente estaba ceñida con una diadema para protegerse de los dolores de cabeza causados ​​por el exceso de vino: es por eso que se llamaba Mitróforo. Se dice que esta diadema es el origen de la diadema de los reyes. Baco también se llama Dímetro, porque los dos Bacos nacen de un padre y dos madres. El más joven ha heredado las hazañas del mayor. Por lo tanto, la posteridad, ignorante de la verdad y engañada por la semejanza del nombre, piensa que sólo había un Baco. Le damos a Baco una varita como atributo, por la razón que vamos a decir. Como originalmente aún no se pensaba mezclar el vino con agua, se bebía puro. Por lo general, sucedía que en las asambleas y fiestas los invitados intoxicados se enfurecían y se golpeaban con palos. Algunos fueron heridos y otros murieron a causa de sus heridas. Para remediar estas cosas, Baco no condenó a los hombres a abstenerse por completo del placer de beber vino puro, pero ordenó que, en lugar de palos, usaran varitas.

Diodoro Sículo. Biblioteca histórica, IV, 4.

viernes, 20 de abril de 2018

La isla de Delos

Yo te saludo, madre afortunada, ¡oh Latona! Has dado a luz a hijos gloriosos, el gran Apolo y Diana a quien le gusta tirar flechas; ella nació en Ortygia, él, en el duro Delos, cuando descansabas en las alturas del Monte Cynthus, cerca de una palmera y no lejos de las fuentes de Inope. Cómo honrarte dignamente, oh Febo, digno de la mayor alabanza. Es a ti a quien las leyes de la armonía se atribuyen en todos lados, ya sea en el continente fértil o en las islas. Amas las rocas, los picos amargos de las altas montañas, los ríos que se precipitan en el mar, los promontorios que se asoman sobre las olas y los vastos puertos del océano. ¡Latona te dio a luz primero, oh, tú que encantas a los mortales! Estaba tumbada en el monte Cynthus, en una isla salvaje, en el Delos marítimo, donde la corriente azulada, impulsada por el suave aliento de los vientos, se rompe en la orilla.

Himno homérico a  Apolo, 14 y ss. 

Pitón, hija de la Tierra, era una enorme seipiente. Acostumbraba a dar respuestas a los oráculos ante Apolo en el monte Parnaso. Por un destino funesto la muerte le llegaría del hijo de Latona. Por aquel entonces Júpiter se había acostado con Latona, hija de Polo. Cuando Juno se enteró de esto, hizo que Latona diera a luz allí donde la luz del sol no pudiera llegar. Al enterarse Pítón de que Latona estaba embarazada de Jupiter, comenzó a perseguirla para matarla. Pero, siguiendo las órdenes de Júpiter, el viento Aquilón llevó por los aires a Latona hasta Neptuno. Él la tuvo bajo su protección, pero, para no incumplir la obra de Juno, la llevó a la isla Ortigia, que cubrió con sus olas. Como Pitón no la encontraba, volvió al Parnaso. Neptuno devolvió a la superficie la isla Ortigia, que posteriormente se llamó Delos. Allí Latona, abrazada a un olivo, dio a luz a Apolo y a Diana. a quienes Vulcano les regaló flechas. A1 cuarto día de su nacimiento, Apolo hizo pagar los sufrimientos de su madre. Llegó al Pamaso y mató a Pitón con sus flechas, de ahí que se le llame Pitio. Arrojó sus huesos a una caldera, la colocó en su templo y estableció en su honor unos juegos fúnebres que se llamaron Píticos.

Higino. Fábulas, 140.

Es una tradición en la isla de Delos que un olivo y una palmera emergieron del suelo, en el momento en que Latona, sintiendo los dolores del parto, no lograba liberarse; y tan pronto como tocó esos árboles, dio a luz a los dos niños que llevaba en su vientre 

Eliano. Historias diversas, V, 4.

El mismo invierno, los atenienses purificaron Delos, en cumplimiento, según parece, de un cierto oráculo. Había sido purificada antes por Pisístrato el tirano; no de hecho toda la isla, sino la parte mayor que se podía ver desde el templo. Sin embargo, ahora toda fue purificada de la siguiente manera. Se quitaron todos los sepulcros de los que habían muerto en Delos, y en el futuro se ordenó que a nadie se le permitiera morir o dar a luz a un niño en la isla; sino que debíann ser llevados a Rhenea, que está tan cerca de Delos que Polícrates, tirano de Samos, habiendo agregado a Rhenea a sus otras conquistas de islas durante su período de dominio naval, la dedicó al Apolo de Delos, uniéndola a ésta con una cadena.

Tucídides. Historia de la guerra del Peloponeso, III, 104.

Rhenea es una islote desierto, distante de Delos sólo 4 estadios, y que contiene los entierros de los delios. Sabemos que está prohibido enterrar o quemar un cuerpo en Delos; y tampoco hay permiso para tener un perro. El nombre original de Rhenea fue Ortygia.

Estrabon. Geografía, X, 5, 5.

lunes, 16 de abril de 2018

Nacimiento de Artemisa y Apolo

Leto parió a Apolo y a la flechadora Ártemis, prole más deseable que todos los descendientes de Urano, en contacto amoroso con Zeus portador de la égida.

Hesíodo. Teogonía, 918.

Entre las hijas de Ceos, una de ellas, Asteria, para escapar de los ardores amorosos de Zeus, se convirtió en una codorniz y se arrojó al mar. De ella nació una ciudad, que tomó su nombre, Asteria; más tarde, fue llamada Delos. Leto, en el momento en que Hera la echó de todas las tierras debido a su amor por Zeus, un día llegó a Delos, y finalmente pudo dar a luz a Artemisa. Artemis misma a continuación, actuó como partera, y Leto también dio a luz a Apolo.

Apolodoro. Biblioteca, I, 4, 1.

Pistetero
Oh! Halcón, guardián sagrado de Sunium, ¡oh, dios de las cigüeñas!

Sacerdote
. . . al cisne de Delos, a Leto, la madre de las codornices, y a Artemisa, el jilguero.

Pistetero
Ya no es Artemisa de Coleno, sino Artemisa, el jilguero.


Aristófanes. Las aves, 870. 

domingo, 15 de abril de 2018

Zeus y Hera (II)

Se dice que Efialtes y Oto fueron los primeros en sacrificar a las Musas en Helicón, y que les consagraron esta montaña: agregamos que fundaron Ascra y Hegesinoos dice al respecto, en su poema sobre el Ática: Poseidón tuvo un intercambio con Aske, y, al terminar el año, le dio un hijo, Ooclo, quien, junto con los hijos de Aloeos, fundó primero la ciudad de Ascra, al pie del Helicón, abundante en fuentes. No leí este poema de Hegesinoos, porque ya estaba perdido antes de que yo naciera; pero Calipos el corintio, en su obra sobre los habitantes de Orcómenos, citó estos versos en apoyo de lo que dice, y los relaciono según él. En mi tiempo, una torre era todo lo que quedaba de Ascra. Los hijos de Aloeos reconocieron a tres Musas, a las que llamaron Melete, Mneme y Acede.

Pausanias: Descripción de Grecia, IX, 29, 1-2

miércoles, 11 de abril de 2018

Zeus y Hera

Dando profundos suspiros, contestó Aquileo, el de los pies ligeros: —Lo sabes. ¿A qué referirte lo que ya conoces? Fuimos a Tebas, la sagrada ciudad de Eetión; la saqueamos, y el botín que trajimos se lo distribuyeron equitativamente los aqueos, separando para el Atrida a Criseida, la de hermosas mejillas. Luego, Crises, sacerdote del flechador Apolo, queriendo redimir a su hija, se presentó en las veleras naves aqueas con inmenso rescate y las ínfulas del flechador Apolo, que pendían del áureo cetro, en la mano; y suplicó a todos los aqueos, y particularmente a los dos Atridas, caudillos de pueblos. Todos los aqueos aprobaron a voces que se respetase al sacerdote y se admitiera el espléndido rescate; mas el Atrida Agamemnón, a quien no plugo el acuerdo, le mandó enhoramala con amenazador lenguaje. El anciano se fue irritado; y Apolo, accediendo a sus ruegos, pues le era muy querido, tiró a los argivos funesta saeta: morían los hombres unos en pos de otros, y las flechas del dios volaban por todas partes en el vasto campamento de los aqueos. Un sabio adivino nos explicó el vaticinio del Flechador, y yo fui el primero en aconsejar que se aplacara al dios. El Atrida encendióse en ira, y levantándose, me dirigió una amenaza que ya se ha cumplido. A aquélla, los aqueos de ojos vivos la conducen a Crisa en velera nave con presentes para el dios, y a la hija de Briseo que los aqueos me dieron, unos heraldos se la han llevado ahora mismo de mi tienda. Tú, si puedes, socorre a tu buen hijo; ve al Olimpo y ruega a Zeus, si alguna vez llevaste consuelo a su corazón con palabras o con obras. Muchas veces hallándonos en el palacio de mi padre, oí que te gloriabas de haber evitado, tú sola entre los inmortales, una afrentosa desgracia al Cronión, que amontona las sombrías nubes, cuando quisieron atarle otros dioses olímpicos, Hera, Poseidón y Palas Atenea. Tú, oh diosa, acudiste y le libraste de las ataduras, llamando al espacioso Olimpo al centímano a quien los dioses nombran Briareo y todos los hombres Egeón, el cual es superior en fuerza a su mismo padre, y se sentó entonces al lado de Zeus, ufano de su gloria; temiéronle los bienaventurados dioses y desistieron de su propósito. Recuérdaselo, siéntate junto a él y abraza sus rodillas: quizá decida favorecer a los teucros y acorralar a los aqueos, que serán muertos entre las popas, cerca del mar, para que todos disfruten de su rey y comprenda el poderoso Agamemnón Atrida la falta que ha cometido no honrando al mejor de los aqueos.

Homero. Ilíada, I, 364-412. Traducción de Luis Segalá y Estalella, 1910.


Dijo Zeus: —Tu engaño, Hera maléfica e incorregible, ha hecho que Héctor dejara de combatir y que sus tropas se dieran a la fuga. No sé si castigarte con azotes, para que seas la primera en gozar de tu funesta astucia. ¿Por ventura no te acuerdas de cuando estuviste colgada en lo alto y puse en tus pies sendos yunques, y en tus manos áureas e irrompibles esposas? Te hallabas suspendida en medio del éter y de las nubes, los dioses del vasto Olimpo te rodeaban indignados, pero no podían desatarte —si entonces llego a coger a alguno, le arrojo de estos umbrales y llega a la tierra casi sin vida—, y yo no lograba echar del corazón el continuo pesar que sentía por el divino Heracles, a quien tú, produciendo una tempestad con el auxilio del Bóreas arrojaste con perversa intención al mar estéril y llevaste luego a la populosa Cos, allí le libré de los peligros y le conduje nuevamente a la Argólide, criadora de caballos, después que hubo padecido muchas fatigas. Te lo recuerdo para que pongas fin a tus engaños y sepas si te será provechoso haber venido de la mansión de los dioses a burlarme con los goces del amor.

Homero. Ilíada, XV, 14-33. Traducción de Luis Segalá y Estalella, 1910.