Cuando la ninfa Neda, llevándote hacia Cnosos, oh padre Zeus, dejaba Thena (porque Thena está cerca de Cnosos), entonces, oh Dios, cayó tu ombligo: de aquí que los cidonios llamen a esta llanura la llanura del Ombligo. Para ti, oh Zeus, los compañeros Coribantes cogieron sus armas, las ninfas melíades del monte Dicte y Adrasteia te tendieron para descansar en una cuna de oro, y tú mamaste la rica ubre de la cabra Amaltea y también comiste la dulce miel de panal. Porque súbitamente en las colinas del Ida, que los hombres llaman Panacra, aparecieron estas obras de las abejas del Panacra. Y los Curetes bailaron vigorosamente a tu alrededor una danza guerrera, golpeando su armadura, de manera que Cronos pudiese oír con sus oídos el ruido del escudo, pero no tu bulla infantil.
Calímaco. Himno a Zeus, 42-53