Zeus y Hera
Quizá debamos mencionar también la leyenda más tonta. Se dice que cuando Hera tenía diferencias con Zeus y no deseaba seguir casada con él más tiempo, se escondió. Él vagaba perplejo y se encontró con Alalcomenes, el nacido de la tierra, que le enseñó esto: para engañar a Hera, Zeus debía pretender tomar otra esposa. Así que Alalcomenes le ayudó y secretamente cortaron un alto y hermoso roble, le dieron forma y le vistieron con ropas nupciales y le llamaron Dédale: entonces el canto del himeneo fue debidamente cantado y las ninfas de Tritón trajeron agua lustral y Beocia suministró flautas y procesiones festivas.
Pero cuando estas representaciones continuaron, Hera no pudo soportarlo más. Bajó del monte Citerón, seguida por las mujeres de Platea, corrió hasta Zeus llena de ira y celos y, cuando la mentira fue manifiesta, se reconcilió con él y con alegría y risas ella misma condujo la procesión nupcial, dio honor adicional a la estatua y llamó a la fiesta Dédala. Sin embargo, quemó de celos aquella cosa, aunque carecía de vida.
Eusebio de Cesárea. Preparación evangélica, III, 1.
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