martes, 1 de julio de 2014

Ío y Prometeo

 Gustave Moreau: Prometeo

 ÍO
¿Qué tierra? ¿Dónde estoy?... ¿Quién es este hombre
Clavado en la alta peña?
Algún delito espía... ¿Entre qué gentes
Mi fortuna me lleva?
Punza de nuevo el tábano mi rostro,
Y el Argos terrígena,
Aquel pastor de innumerables ojos,
Mirándome me aterra.
Clava en mí siempre su dolosa vista,
Que ni aun la muerte vela,
Y torna del infierno, y me persigue
Como sombra funesta.
Y mientras huyo por desiertos montes,
Por la abrasada arena,
Suena incesante su encerada caña
Canciones soñolientas.
¡Ay! ¡ay! ¿Cuándo terminas mis dolores?
¿Por qué así me atormentas,
Hijo de Cronos, y en delirio insano
Se agita mi cabeza?
Abráseme tu llama, o en su centro
Sepúlteme la tierra;
Oye mis ruegos, dame como pasto
A las marinas bestias.
Harto he vagado; ni reposo encuentro,
Ni se alivia mi pena.
Oye, Saturnio; tu clemencia invoca
La virgen que astas lleva.
PROMETEO
Ésta es la hija de Inaco, por quién Zeus
Ardió en amor; la que persigue Juno;
La que el tábano hiere peregrina.
ÍO
¿Tú el nombre de mi padre pronunciaste?
¿Quién eres, infeliz? ¿Tú me conoces?
¿Sabes que un monstruo sin cesar me punza?
De su ardiente aguijón y de sus saltos
Huyendo voy; la cólera me sigue
De la implacable Juno. ¿Quién padece
Lo que padezco yo? Dime, si sabes,
Cuándo este mal acabará prolijo;
La virgen vagabunda te lo ruega.
PROMETEO
Yo te diré cuanto saber ansías,
No por enigmas, mas en frase clara,
Como siempre al amigo hablarse debe.
Soy Prometeo, robador del fuego.
ÍO
¡Oh! Tú que tanto bien al hombre diste,
¿Por qué causa padeces?
PROMETEO
No sin llanto
Acabo de narrar mis infortunios.
ÍO
¿Y a mí no los dirás? ¿Quién a esa roca
Aguda te clavó?
PROMETEO
Del Padre Zeus
La voluntad; el arte de Vulcano.
ÍO
¿Y qué delito espías?
PROMETEO
Harto sabes.
ÍO
¿Y mi errante correr, cuándo termina?
PROMETEO
Más te vale ignorarlo que saberlo.
ÍO
Lo que he de padecer, no me lo ocultes.
PROMETEO
No te lo ocultaré. Mas no te envidio.
ÍO
Dímelo todo pronto.
PROMETEO
Pero temo
Tu ánimo perturbar...
ÍO
Nada receles;
Me es grato oírte.
PROMETEO
Pues decirlo es fuerza
Y lo quieres, escucha.

Esquilo. Prometeo encadenado, 451-630. Traducción de Marcelino Menéndez Pelayo.

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