Entretanto, Pompeyo, que, a consecuencia de la guerra mitridàtica, había llegado a un gran grado de
gloria y de poder, pretendía que el senado ratificara cuantas numerosas concesiones había hecho a reyes, príncipes y ciudades. La mayoría de los senadores, no obstante, se oponían por envidia, y en especial Lúculo, quien había dirigido la guerra contra Mitrídates antes que Pompeyo y consideraba la victoria sobre aquél como obra suya porque le había dejado a Pompeyo el rey en un estado extremo de debilidad. Craso cooperaba con Lúculo en este asunto. Pompeyo, por consiguiente, se encolerizó y trabó amistad con César, y le prometió bajo juramento que lo apoyaría en sus aspiraciones al consulado. Y este último lo reconcilió de inmediato con Craso. Así, estos tres hombres, teniendo
el máximo poder sobre todos, se coaligaron en sus intereses mutuos. Un escritor romano, Varrón, abarcando esta coalición en un solo libro escribió Tricáranos. El senado, sospechando de ellos, eligió a Lucio Bibulo para compartir el consulado con César a fin de contrarrestar su poder.
Apiano. Historia romana, 2, 2, 9.
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