domingo, 17 de febrero de 2013

Las mujeres troyanas suplican a Atenea


Templo de Atenea en Priene (Turquía)

Hécabe volviendo al palacio, llamó a las esclavas, y éstas anduvieron por la ciudad y congregaron a las matronas; bajó luego al fragante aposento donde se guardaban los peplos bordados, obra de las mujeres que se llevara de Sidón el deiforme Alejandro en el mismo viaje en que robó a Helena , la de nobles padres; tomó, para ofrecerlo a Atenea, el peplo mayor y más hermoso por sus bordaduras, que resplandecía como un astro y se hallaba debajo de todos, y partió acompañada de muchas matronas.

Cuando llegaron a la acrópolis, abrióles las puertas del templo Teano, la de hermosas mejillas, hija de Ciseo y esposa de Antenor, domador de caballos, a la cual habían elegido los troyanos sacerdotisa de Atenea. Todas, con lúgubres lamentos, levantaron las manos a la diosa. Teano, la de hermosas mejillas, tomó el peplo, lo puso sobre las rodillas de Atenea, la de hermosa cabellera, y orando rogó así a la hija del gran Zeus:

—¡Veneranda Atenea, protectora de la ciudad divina entre las diosas! ;Quiébrale la lanza a Diomedes, concédenos que caiga de pechos en el suelo, ante las puertas Esceas, y te sacrificaremos en este templo doce vacas de un año, no sujetas aún al yugo, si de este modo te apiadas de la ciudad y de las esposas y niños de los troyanos!

Tal fue su plegaria, pero Palas Atenea no accedió.

Homero. Ilíada, VI, 286-311.

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