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martes, 24 de mayo de 2016

Hera y Afrodita


Respondióle Afrodita, hija de Zeus:
— ¡Hera, venerable diosa, hija del gran Cronos! Di qué quieres; mi corazón me impulsa a realizarlo, si puedo y es hacedero.
Contestóle dolosamente la venerable Hera:
— Dame el amor y el deseo con los cuales rindes a todos los inmortales y a los mortales hombres. Voy a los confines de la fértil tierra para ver a Océano, padre de los dioses, y a la madre Tetis, los cuales me recibieron de manos de Rea y me criaron y educaron en su palacio, cuando el longividente Zeus puso a Cronos debajo de la tierra y del mar estéril. Iré a visitarlos para dar fin a sus rencillas. Tiempo ha que se privan del amor y del tálamo, porque la cólera anidó en sus corazones. Si apaciguara con mis palabras su ánimo y lograra que reanudasen el amoroso consorcio, me llamarían siempre querida y venerable.
Respondió de nuevo la risueña Afrodita:
— No es posible ni sería conveniente negarte lo que pides pues duermes en los brazos del poderosísimo Zeus.
Dijo; y desató del pecho el cinto bordado, de variada labor, que encerraba todos los encantos: hallábanse allí el amor el deseo, las amorosas pláticas y el lenguaje seductor que hace perder el juicio a los más prudentes. Púsolo en las manos de Hera, y pronunció estas palabras:
—Toma y esconde en tu seno el bordado ceñidor donde todo se halla. Yo te aseguro que no volverás sin haber logrado lo que te propongas.
Así habló. Sonrióse Hera veneranda, la de los grandes ojos; y sonriente aún, escondió el ceñidor en el seno.

Homero. Ilíada, XIV, 193-223.

Traducción de Luis Segalá y Estalella, 1910.

viernes, 11 de marzo de 2016

Las amenazas de Zeus


Dijo Zeus:
—Tu engaño, Hera maléfica e incorregible, ha hecho que Héctor dejara de combatir y que sus tropas se dieran a la fuga. No sé si castigarte con azotes, para que seas la primera en gozar de tu funesta astucia. ¿Por ventura no te acuerdas de cuando estuviste colgada en lo alto y puse en tus pies sendos yunques, y en tus manos áureas e irrompibles esposas? Te hallabas suspendida en medio del éter y de las nubes, los dioses del vasto Olimpo te rodeaban indignados, pero no podían desatarte —si entonces llego a coger a alguno, le arrojo de estos umbrales y llega a la tierra casi sin vida—, y yo no lograba echar del corazón el continuo pesar que sentía por el divino Heracles, a quien tú, produciendo una tempestad con el auxilio del Bóreas arrojaste con perversa intención al mar estéril y llevaste luego a la populosa Cos, allí le libré de los peligros y le conduje nuevamente a la Argólide, criadora de caballos, después que hubo padecido muchas fatigas. Te lo recuerdo para que pongas fin a tus engaños y sepas si te será provechoso haber venido de la mansión de los dioses a burlarme con los goces del amor.

Homero. Ilíada, XV, 14-33. (Traducción de Luis Segalá y Estalella)

martes, 16 de febrero de 2016

Hera y Atenea desafían a Zeus


La venerable diosa Hera, hija del gran Cronos, aprestó solícita los caballos de áureos jaeces. Y Atenea, hija de Zeus, que lleva la égida, dejó caer al suelo el hermoso peplo bordado que ella misma tejiera y labrara con sus manos; vistió la coraza de Zeus que amontona las nubes, y se armó para la luctuosa guerra. Y subiendo al flamante carro, asió la lanza ponderosa, larga, fornida, con que la hija del prepotente padre destruye filas enteras de héroes cuando contra ellos monta en cólera. Hera picó con el látigo a los bridones, y abriéronse de propio impulso, rechinando, las puertas del cielo de que cuidan las Horas —a ellas está confiado el espacioso cielo y el Olimpo— para remover o colocar delante la densa nube. Por allí, a través de las puertas, dirigieron aquellas deidades los corceles dóciles al látigo.

El padre Zeus, apenas las vio desde el Ida, se encendió en cólera; y al punto llamó a Iris, la de doradas alas, para que le sirviese de mensajera:
—¡Anda, ve, rápida Iris! Haz que se vuelvan y no les dejes llegar a mi presencia, porque ningún beneficio les reportará luchar conmigo. Lo que voy a decir, se cumplirá: Encojaréles los briosos corceles; las derribaré del carro, que romperé luego, y ni en diez años cumplidos sanarán de las heridas que les produzca el rayo, para que conozca la de los brillantes ojos que es con su padre contra quien combate. Con Hera no me irrito ni me encolerizo tanto, porque siempre ha solido oponerse a mis proyectos.

Homero. Ilíada, VIII, 381-408. Traducción de Luis Segalá y Estalella, 1910.

viernes, 15 de enero de 2016

La amenaza de Hera


Respondióle Hera veneranda, la de los ojos grandes: —¡Terribilísimo Cronión, qué palabras proferiste! ¿Una vez más quieres librar de la muerte horrísona a ese hombre mortal, a quien tiempo ha que el hado condenó a morir? Hazlo, pero no todos los dioses te lo aprobaremos. Otra cosa voy a decirte que fijarás en la memoria: Piensa que si a Sarpedón le mandas vivo a su palacio, algún otro dios querrá sacar a su hijo del duro combate pues muchos hijos de los inmortales pelean en torno de la gran ciudad de Príamo, y harás que sus padres se enciendan en terrible ira. Pero si Sarpedón te es caro y tu corazón le compadece, deja que muera a manos de Patroclo en reñido combate; y cuando el alma y la vida le abandonen, ordena a la Muerte y al dulce Hipno que lo lleven a la vasta Licia, para que sus hermanos y amigos le hagan exequias y le erijan un túmulo y un cipo, que tales son los honores debidos a los muertos.
Así dijo. El padre de los hombres y de los dioses no desobedeció, e hizo caer sobre la tierra sanguinolentas gotas para honrar al hijo amado, a quien Patroclo había de matar en la fértil Troya, lejos de su patria.

Homero. Ilíada, XVI, 439-461. (Traducción de Luis Segalá y Estalella, 1910)

lunes, 23 de noviembre de 2015

Las decisiones de Zeus



Respondió el padre de los hombres y de los dioses: — ¡Hera! No esperes conocer todas mis decisiones, pues te resultará difícil aun siendo mi esposa. Lo que pueda decirse, ningún dios ni hombre lo sabrá antes que tú; pero lo que quiera resolver sin contar con los dioses no lo preguntes ni procures averiguarlo.

Homero. Ilíada, I, 544-550 (Traducción de Luis Segalá y Estalella, 1910)

miércoles, 28 de octubre de 2015

El corcel Janto


Janto, el corcel de ligeros pies, bajó la cabeza —sus crines, cayendo en torno de la extremidad del yugo, llegaban al suelo—, y habiéndole dotado de voz Hera, la diosa de los níveos brazos, respondió de esta manera: —Hoy te salvaremos aún, impetuoso Aquileo; pero está cercano el día de tu muerte, y los culpables no seremos nosotros, sino un dios poderoso y el hado cruel. No fue por nuestra lentitud ni por nuestra pereza por lo que los teucros quitaron la armadura de los hombros de Patroclo; sino que el dios fortísimo, a quien parió Leto, la de hermosa cabellera, matóle entre los combatientes delanteros y dio gloria a Héctor. Nosotros correríamos tan veloces como el soplo del Céfiro, que es tenido por el más rápido. Pero también tú estás destinado a sucumbir a manos de un dios y de un mortal.

Homero. Ilíada, XIX, 404-417 (Traducción de Luis Segalá y Estalella, 1910)

martes, 13 de octubre de 2015

Las hijas de Zeus

Erasmus Quellinus: La muerte de Eurídice

Zeus se casó con Hera y engendró a Hebe, Ilitia y Ares, pero tuvo relaciones con muchas mujeres,mortales e inmortales. De Temis, hija de Urano, tuvo  por hijas a las Horas, esto es, Paz, Orden y Justicia; también a las Moiras, esto es, Cloto, Láquesis y Atropos; de Dione tuvo a Afrodita; de Eurínome, hija de Océano, tuvo a las Gracias, esto es, Aglaia, Eufrosine y Talía; de Estigia tuvo a Perséfone; y de la Memoria (Mnemosine) tuvo a las Musas, primero Calíope, luego Clío, Melpómene, Euterpe, Erato, Terpsícore, Urania, Talía y Polimnia.

Calíope dio a Eagro o nominalmente a Apolo un hijo llamado Lino, al cual Hércules mató; y otro hijo, Orfeo, que practicó la música y con sus canciones hizo moverse a las piedras y a los árboles. Cuando su mujer Eurídice murió, mordida por una serpiente, bajó al Hades yendo de buen grado para traerla y persuadió a Plutón para que la enviase hacia arriba. El dios prometió hacerlo así si durante el camino Orfeo no se giraba hasta que hubiese llegado a su propia casa. Pero él desobedeció y girándose vio a su esposa, así que ella volvió atrás. Orfeo también fundó los misterios de Dionisos y habiendo sido despedazado por las Ménades, está enterrado en Pieria.

Apolodoro. Biblioteca, I, 3, 1-2.

martes, 4 de agosto de 2015

Las Musas


[A las Musas] las alumbró en Pieria, amancebada con el padre crónida, Mnemósine, señora de las colinas de Eleuter, como olvido de males y remedio de preocupaciones. Nueve noches se unió con ella el prudente Zeus subiendo a su lecho sagrado, lejos de los Inmortales. Y cuando ya era el momento y dieron la vuelta las estaciones, con el paso de los meses, y se cumplieron muchos días, nueve jóvenes de iguales pensamientos, interesadas solo por el canto y con un corazón exento de dolores en su pecho, dio a luz aquélla, cerca de la más alta cumbre del nevado Olimpo. Allí forman alegres coros y habitan suntuosos palacios. Junto a ellas viven, entre fiestas, las Gracias e Hímero (el Deseo). Y una deliciosa voz lanzando por su boca, cantan y celebran las normas y sabias costumbres de todos los Inmortales. Aquéllas iban entonces hacia el Olimpo, engalanadas con su bello canto, inmortal melodía. Retumbaba en torno de la oscura tierra el son de sus cantos, y un delicioso ruido subía de debajo de sus pies al tiempo que marchaban al palacio de su padre. Reina aquél sobre el cielo y es dueño del trueno y del llameante rayo, desde que venció con su poder al padre Cronos. Perfectamente repartió por igual todas las cosas entre los Inmortales y fijó sus prerrogativas.

Hesíodo. Teogonía, 53-74.

martes, 23 de junio de 2015

Contra los dioses paganos


Si su absurda teología se limitase a decir que los dioses han sido creados y salen del agua, después de haber demostrado que todo lo que ha recibido el ser está sujeto a perderlo, yo llegaría a las acusaciones que me quedan aún por rechazar. Pero ved hasta donde llevan la extravangacia: dan a sus dioses formas y figuras extrañas, por ejemplo el dios Hércules, al que representan como un dragón enroscándose sobre si mismo, y estos gigantes a los cuales dan cien brazos; un ejemplo también sería la hija que Júpiter tuvo de Rea o Ceres y que tenía aparte de los ojos naturales, otros dos sobre la frente, una especie de pico detrán en el cuello y cuernos en la cabeza, de manera que Rea, su madre, espantada de este pequeño monstruo, huyó de él y no le dio el pecho; por esto es llamada misteriosamente Athela, es decir, que no fue amamantada, y comúnmente Proserpina y Coré, distinta sin embargo de Minerva, llamada también Coré a causa de la pupila de sus ojos. Describen pomposamente lo que ellos llaman sus elevados hechos: los de Saturno, por ejemplo, que mutiló a su padre, le tiró de su carro y se manchó con el parricidio, devorando a sus hijos varones; los de Júpiter, que precipitó en el Tártaro a su padre cargado de cadenas, como Urano había precipitado a sus hijos. Cuentan de qué manera combatió por el imperio contra los titanes y persiguió a Rea, su madre, que sentía horror de unirse a su hijo; como ésta tomó la forma de la hembra del dragón, él se convirtió a sí mismo en dragón rápidamente y se unió con ella por medio de un nudo llamado nudo de Hércules, cuya imagen se ve aún en el caduceo de Mercurio; cómo, a continuación, habiendo violado a su hija Proserpina, bajo la misma forma de dragón, tuvo un hijo de ella llamado Denys o Baco. Cuando vuestros poetas sostienen tales absurdos, ¿no tengo derecho a dirigirles estas palabras? ¿Qué tiene, pues, parecida historia de útil, honorable, para hacernos creer en la divinidad de Saturno, de Júpiter, de Coré y de vuestros otros dioses? ¿Serían las formas que ella ha dado a su cuerpo? Pero yo os pregunto, ¿qué hombre de buen sentido o acostumbrado a reflexionar podría creer que un dios haya engendrado una víbora, como pretende Orfeo?

"Phanes, dice, engendró de su flanco sagrado otro monstruo, una víbora horrible a la vista; su cabeza estaba cubierta de cabellos, su rostro era de una rara belleza, pero el resto del cuerpo, desde el cuello, era el de un dragón terrible."

¿Quién se dejará persuadir de que este mismo Phanes sea el primogénito de los dioses (porque es él el primero que salió del huevo); que haya tenido la forma y el cuerpo de un dragón y que Júpiter, para escapar a su persecución, lo haya devorado? Si estos dioses no difieren en nada de las bestias más viles, es evidente que no son dioses. Existe una gran diferencia entre las cosas materiales y la naturaleza divina. ¡Por qué, pues, ofrecer nuestros homenajes a dioses que no han nacido de manera diferente a las bestias y que tienen un rostro y una forma monstruosos!

Atenágoras. Apología de los cristianos, XX

martes, 26 de mayo de 2015

Radamantis


Respecto al mismo Radamantis, Homero dice en la conversación entre Proteo y Menelao que este último iría a los Campos Elíseos, pero que Radamantis ya había llegado allí. Cinetón también en su poema presenta a Radamantis como el hijo de Hefesto, a Hefesto como un hijo de Talos y a Talos como un hijo de Cres. Las leyendas de Grecia generalmente tienen diferentes formas y esto es particularmente cierto en lo que se refiere a la genealogía. 

Pausanias. Descripción de Grecia, VIII, 53, 5.

martes, 28 de abril de 2015

El nacimiento de Marte


Dijo Flora: Marte, también, nació por mi estratagema; quizá no lo sepas y ruego que Júpiter, que hasta ahora no lo sabe, no pueda saberlo nunca. La sagrada Juno, apenada porque Júpiter no necesitó sus servicios cuando Minerva nació sin una madre, fue a quejarse a Océano de las obras de su marido; cansada por el viaje, paró ante mi puerta. Tan pronto como la vi dije:"¿Qué te trae aquí, hija de Saturno?" Ella expuso cuál era la meta de su viaje añadiendo sus razones. Yo la consolé con palabras amistosas. "Mi aflicción, dijo ella, no se alivia con palabras. Si Júpiter se ha convertido en padre sin el uso de una esposa y une los dos títulos en una sola persona, por qué yo he de perder la esperanza de ser madre sin un marido y de parir sin contacto con un hombre, siempre suponiendo que soy casta. Probaré todas las pócimas del ancho mundo y exploraré los mares y las profundidades del Tártaro." Su discurso habría continuado, pero en mi cara hubo una súbita mirada de duda. "Ninfa, tú pareces tener algún poder para ayudarme", dijo. Tres veces deseé prometerle ayuda, pero tres veces mi lengua se calló: la ira del gran Júpiter me llenó de miedo. "Ayúdame, te lo ruego, dijo, el nombre del que me ayude permanecerá secreto y acudiré a la divinidad del agua estigia para que sea mi testigo." "Tu deseo, dije, será cumplido por una flor que me fue enviada de los campos de Oleno. Es la única flor de su clase en mi jardín." El que me la dio me dijo: "Toca también con esta flor a una novilla estéril y será madre." La toqué y sin dilación fue madre. Inmediatamente arranqué la pegajosa flor con mi pulgar y toqué a Juno y ella concibió cuando ésta tocó su seno. Y ahora embarazada pasó a Tracia y dejó las costas de Propóntide; su deseo le fue concedido y nació Marte. En memoria del nacimiento que me debía, dijo: "Ten tú también un lugar en la ciudad de Rómulo."

Ovidio. Fastos, V, 229-260

miércoles, 15 de abril de 2015

Lucha de dánaos y troyanos


Como las olas impelidas por el Céfiro se suceden en la ribera sonora, y primero se levantan en alta mar, braman después al romperse en la playa y en los promontorios, suben combándose a lo alto y escupen la espuma; así las falanges de los dánaos marchaban sucesivamente y sin interrupción al combate. Los capitanes daban órdenes a los suyos respectivos, y éstos avanzaban callados (no hubieras dicho que les siguieran a aquéllos tantos hombres con voz en el pecho) y temerosos de sus jefes. En todos relucían las labradas armas de que iban revestidos. — Los teucros avanzaban también, y como muchas ovejas balan sin cesar en el establo de un hombre opulento, cuando al ser ordeñadas oyen la voz de los corderos; de la misma manera elevábase un confuso vocerío en el ejército de aquellos. No era igual el sonido ni el modo de hablar de todos y las lenguas se mezclaban, porque los guerreros procedían de diferentes países.— A los unos los excitaba Ares; a los otros, Atenea, la de los brillantes ojos, y a entrambos pueblos, el Terror, la Fobo y la Discordia, insaciable en sus furores y hermana y compañera del homicida Ares, la cual al principio aparece pequeña y luego toca con la cabeza el cielo mientras anda sobre la tierra. Entonces la Discordia, penetrando por la muchedumbre, arrojó en medio de ella el combate funesto para todos y acreció el afán de los guerreros.

Homero, Ilíada, IV, 422-445. (Traducción de Luis Segalá y Estalella, 1910)

jueves, 26 de marzo de 2015

Nauplia


 Pozo de Canathus

Conjeturo que a cincuenta estadios de Temenio está Nauplia, que hoy día está deshabitada; su fundador fue Nauplio, presunto hijo de Poseidón y Amymone. Aún permanecen también las ruinas de las murallas y hay un santuario de Poseidón, muelles y un manantial llamado Canathus. Aquí, dicen los argivos, Hera se bañaba cada año y recuperaba su virginidad.

Pausanias. Descripción de Grecia, II, 38, 2.

lunes, 16 de marzo de 2015

La estatua de Hera


La estatua de Hera está sentada en un trono; es enorme, hecha de oro y marfil y es una obra de Policleto. Lleva una corona con las Gracias y las Estaciones grabadas en ella y en una mano lleva una granada y en la otra un cetro. Acerca de la granada no debo decir nada porque su historia es un poco un misterio sagrado. La presencia de un cuco sentado en el cetro la explican con la historia de cuando Zeus estaba enamorado de Hera siendo ella doncella. Él se convirtió en este pájaro y ella le cogió para ser su mascota. Esta historia y leyendas similares acerca de los dioses las cuento sin creer en ellas, pero sin embargo las cuento.

Pausanias. Descripción de Grecia, II, 17, 4.

martes, 17 de febrero de 2015

Matrimonio de Zeus y Hera

Carracci: Júpiter y Juno.

Los hombres dicen que el matrimonio de Zeus y Hera tuvo lugar en el territorios de los habitantes de Cnosos, en un sitio cerca del río Theren, donde ahora hay un templo en el cual los nativos del lugar ofrecen anualmente sacrificios sagrados e imitan la ceremonia del matrimonio de la manera que la tradición dice que fue realizado originalmente.

Diodoro Sículo. Biblioteca de historia, V, 72, 4.

lunes, 2 de febrero de 2015

El santuario de Hebe


Ahora añadiré una consideración acerca del más notable de sus famosos monumentos. En la ciudadela de Fliunte hay un bosquecillo de cipreses y un santuario que, desde tiempos antiguos, ha sido tenido por particularmente sagrado. Los antiguos habitantes de Fliunte llamaron a la diosa a la que pertenece el santuario Ganimeda; pero más tarde los autores la llamaron Hebe, a la cual Homero menciona en el duelo entre Menelao y Alejandro, diciendo que ella era la que portaba la copa de los dioses; y otra vez, en el descenso de Ulises al Hades, dice que ella era la esposa de Hércules. Olen, en su himno a Hera, dice que Hera fue criada por las Estaciones y que sus hijos fueron Ares y Hebe. De los honores que los habitantes de Fliunte rinden a esta diosa el más grande es el perdón de los presos suplicantes.

Pausanias. Descripción de Grecia, II, 13, 3.

lunes, 19 de enero de 2015

Atenea de Alalcomena

Atenea Giustiniani. Museos Vaticanos

En lo que se refiere a Alalcomena, el poeta (Homero) menciona esto, pero no en el Catálogo de las naves (canto II de la Ilíada): "Hera fue de Argos y Atenea de Alalcomena." (Ilíada, IV, 8).
Hay allí un antiguo templo de Atenea que es tenido en gran honor; y dicen como mínimo que la diosa nació allí, así como Hera nació en Argos y fue por esto por lo que el poeta las nombró a las dos de esta manera, como nativas de estos lugares. Y fue por esto quizás por lo que no mencionó en el Catálogo a los hombres de Alalcomena, ya  que, siendo sagrados, estaban excusados de la expedición. Y de hecho la ciudad siempre permaneció sin saquear, aunque ni era grande ni estaba situada en lugar seguro, sino en una llanura. Pero todos los pueblos, comoquiera que reverenciaban a la diosa, se abstuvieron de cualquier violencia hacia sus habitantes; así cuando los tebanos, en el tiempo de la expedición de los Epígonos, dejaron su ciudad, se dice que huyeron a refugiarse en Alalcomena y en Tilfosio, la montaña que es una fortaleza natural y que está situada sobre ella; y en la base de esta montaña hay un manantial llamado Tilfosa y el monumento a Tiresias, que murió aquí en la época de la huida.

Estrabón, Geografía, IX, 2, 36.

martes, 2 de diciembre de 2014

Los nombres de Hera

Hera Barberini

La historia nos cuenta que en la antigua ciudad de Estinfalo moraba Temeno, el hijo de Pelasgo, y que Hera fue criada por este Temeno, el cual fundó tres santuarios para la diosa y le dio tres sobrenombres cuando ella era áun una doncella, la llamó Muchacha; cuando se casó con Zeus, la llamó Adulta; cuando por una u otra causa ella se peleó con Zeus y volvió a Estinfalo, Temeno la llamó Viuda. Por lo que sé, éste es el relato que los habitantes de Estinfalo cuentan acerca de la diosa.

Pausanias. Descripción de Grecia, VIII, 22, 2.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

El Hereo de Samos

Hereo de Samos

Algunos dicen que el santuario de Hera en Samos fue fundado por aquéllos que zarparon en el Argo, y que éstos trajeron la imagen de Argos. Pero los mismos habitantes de Samos sostienen que la diosa nació en la isla a la orilla del río Imbraso bajo el mimbre que incluso en mi época crecía en el Hereo, el templo de la diosa. Que este santuario es muy antiguo puede inferirse especialmente mirando la imagen; porque ésta es obra de Smilis de Egina, el hijo de Eucleides. Este Smilis fue un contemporáneo de Dédalo, aunque tuvo menos reputación.

Pausanias. Descripción de Grecia, VII, 4, 4.

jueves, 6 de noviembre de 2014

Los hijos de Urano y Gea


Urano fue el primero que gobernó el mundo entero. Y habiéndose desposado con Gea, engendró primero a  los gigantes de cien manos, como son llamados: Briareo, Giges, Coto, que eran insuperables en tamaño y poder, cada uno de los cuales tenía cien manos y cincuenta cabezas. Después de éstos, Gea dio a luz a los cíclopes, esto es, Arges, Estéropes y Brontes, cada uno de los cuales tenía un ojo en su frente. Pero Urano los lanzó y confinó en el Tártaro, un lugar tenebroso en el Hades tan distante de la Tierra como la Tierra está distante del Cielo.
Y otra vez Urano engendró hijos a Gea, esto es, los Titanes como son llamados: Océano, Ceo, Hiperión, Crío, Japeto y Cronos, el más joven de todos; también engendró hijas, las Titánides, como son llamadas: Tetis, Rea, Temis, Mnemósine, Febe, Dione y Tía.

Apolodoro. Biblioteca, 1.1.1-3