Tengamos en cuenta a este respecto que habiendo convertido en máxima proceder siempre por la violencia, ejecutar necesariamente sus planes y nunca ver como imposible lo que han resuelto, los romanos sin duda han obtenido a menudo un gran éxito; pero este principio también los ha expuesto a más de un desastre, especialmente en el mar. En tierra, como sólo tienen que enfrentarse con los hombres y la industria humana, la mayoría de las veces resultan vencedores. Su ardor impetuoso triunfa sobre una fuerza que responde a la de ellos. Si a veces son derrotados, esto no es más que una rara excepción. Pero cuando se trata de luchar contra el cielo o las olas, experimentan terribles decepciones. Esto es lo que sucedió en esta circunstancia, como en muchas otras, y lo que volverá a suceder, hasta que corrijan el exceso de audacia y confianza que los persuade de que no existe época en que la tierra y el océano puedan estar cerrados para ellos.
Polibio. Historia, I, 37, 7-10.
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jueves, 7 de marzo de 2019
sábado, 24 de marzo de 2012
Las estatuas de Ártemis
Diana de Versalles (Museo del Louvre)(s. IV a.C.)
La ciudad de Iasos está situada en la costa de Asia, en el golfo situado entre el Poseidón milesio y Mindos, llamado por algunos el golfo de Iasos, pero usualmente es conocido como el golfo de Bargilia, nombres de las ciudades que se encuentran en él. Iasos proclama haber sido originalmente una colonia de Argos recolonizada por Mileto, hijo de Neleo y fundador de la ciudad del mismo nombre, que había sido invitado a venir aquí por sus antiguos habitantes debido a las pérdidas que habían sufrido en la guerra con los carios. La ciudad tiene una circunferencia de diez estadios (1775 m.). Se cuenta y se cree que en Bargilia la lluvia y la nieve nunca caen sobre la estatua de Artemis Kyndias, aunque está al aire libre, y la misma historia se cuenta de la de Artemis Astias en Iasos. Yo mismo a lo largo de mi obra entera he visto con oposición y repugnancia tales declaraciones hechas por historiadores constantemente, porque pienso que creer cosas que están no solamente más allá de los límites de la probabilidad sino también más allá de los de la posibilidad demuestra una ingenuidad completamente infantil. Por ejemplo, es un signo de inteligencia embotada decir que algunos cuerpos sólidos situados a la luz no presentan sombra, como Teopompo hace cuando nos cuenta que aquéllos que entran en el santo de los santos de Zeus en Arcadia pierden su sombra.
La aseveración acerca de estas estatuas es completamente de la misma naturaleza. En verdad en casos en que tales declaraciones contribuyen a mantener un sentimiento de piedad hacia los dioses entre la gente común, debemos excusar a ciertos escritores por relatar maravillas y cuentos de esa clase, pero no debemos tolerar lo que va demasiado lejos. Quizá en todos los asuntos es difícil establecer un límite, pero hay que ponerlo. Por lo tanto, en mi opinión al menos, mientras que debemos perdonar errores ligeros y ligeras falsedades de opinión, cada aseveración que muestre exceso a este respecto, debe ser rechazada sin concesiones.
Polibio. Historias, XVI, 12.
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