miércoles, 10 de abril de 2019

Acabada la guerra

Acabada la guerra, celebró cinco triunfos: cuatro después de la derrota de Escipión, en el mismo mes, pero con algunos días de intervalo, y uno más después de haber vencido a los hijos de Pompeyo. El primero y mas sobresaliente de todos fue el de las Galias, le siguió el de Alejandría, luego el del Ponto, a continuación de éste el africano, y en último lugar el de Hispania, cada uno con aparato y pompa diferentes. El día del triunfo gálico, al atravesar el Velabro, casi salió despedido del carro, al
que se le había roto un eje, y subió al Capitolio a la luz de las antorchas, con cuarenta elefantes que portaban candelabros a su derecha y a su izquierda. En su triunfo del Ponto llevó, entre las andas del cortejo, un rótulo de tres palabras, "llegué, vi, vencí", que no pretendía, como en las demás ocasiones, resaltar las hazañas de la guerra, sino la particularidad de la rapidez con que la llevó a término.

Suetonio. Vidas de los doce césares. Julio César, 37.

lunes, 8 de abril de 2019

Tras haber vuelto de Hispania

Tras haber vuelto de Hispania a Roma, pasando a Macedonia derrotó por fin a Pompeyo en la batalla de Farsalia, después de haberlo tenido sitiado durante casi cuatro meses tras inmensas fortificaciones y, persiguiéndolo en su huida a Alejandría, cuando descubrió que había sido asesinado, emprendió una guerra con el rey Ptolomeo (que veía que también a él le tendía emboscadas) especialmente ardua, ya que ni el lugar ni el tiempo le eran favorables, sino que se desarrolló en invierno y dentro de las murallas de un enemigo muy bien pertrechado y muy astuto, mientras que él mismo carecía de todo y no se encontraba preparado. Vencedor en ella, entrego el reino de Egipto a Cleopatra y a su hermano menor, por temor a convertirlo en provincia romana para que fuese un día, en manos de un gobernador lo bastante impetuoso, cuna de revoluciones. De Alejandría pasó a Siria y de allí al Ponto, porque le urgían a ello las noticias sobre Farnaces, hijo de Mitrídates el Grande, que por entonces se había levantado en armas aprovechando la ocasión favorable y cuya arrogancia se habia ya visto incrementada por numerosos éxitos. Al quinto día de su llegada, a las cuatro horas de haber salido a su encuentro, lo derrotó por completo en una sola batalla, razón por la que a menudo mencionaba la suerte de Pompeyo, que había alcanzado su principal gloria militar gracias a un tipo de enemigos tan ineptos para la guerra. Luego vencio a Escipión y a Jubal, que reanimaban en Africa los restos de su partido, y a los hijos de Pompeyo en Hispania.

Suetonio. Vidas de los doce césares. Julio César, 35.

El resumen de las acciones

El resumen de las acciones que a continuacion emprendió es, por orden cronológico, el siguiente: ocupo Piceno, Umbría y Etruria, sometió a su autoridad e hizo dimitir a Lucio Domicio, que con motivo del estado de guerra había sido nombrado su sucesor y ocupaba Corfinio con una guarnición, y se dirigió, siguiendo la costa del mar Adriático, a Brindisi, adonde se habían refugiado los cónsules
y Pompeyo con la intencion de cruzar el mar cuanto antes. Después de haber fracasado en su intento de impedir con todo tipo de obstáculos su partida, volvió sobre sus pasos en direccion a Roma, habló a los senadores sobre la situación política, y marchó contra las mejores tropas de Pompeyo, que se encontraban en Hispania a las órdenes de los tnes legados Marco Petreyo, Lucio Afranio y Marco Varrón, no sin antes declarar a sus amigos que iba contra un ejercito sin general y que de allí volvería contra un general sin ejército. Y aunque le hicieron retrasarse el asedio de Marsella, que le había cerrado las puertas en su camino, y una extrema escasez de víveres, logró, sin embargo, rápidamente una total victoria.

Suetonio. Vidas de los doce césares. Julio César, 34

domingo, 7 de abril de 2019

Él pasó la jornada a la vista de todos

Él pasó la jornada a la vista de todos, asistiendo como espectador a unos combates de gladiadores; un poco antes de anochecer tomó un baño y entró en el comedor, donde estuvo por poco tiempo con los invitados a la cena; cuando había ya oscurecido se levantó, departió amablemente con los presentes y les pidió que aguardasen su vuelta; con anterioridad había dicho a unos pocos de sus amigos que lo siguieran, pero no todos por el mismo camino sino cada uno por un sitio. Montó en uno de los carruajes de alquiler y en un primer momento se dirigió por otro camino, pero después torció en dirección a Ariminio. Una vez llegado al río que separa la Galia Cisalpina del resto de Italia—Rubicón es su nombre— , se puso a reflexionar, pues según se iba aproximando más y más al peligro sentía vértigo ante la envergadura de su propia audacia; después detuvo la marcha. Mientras duró esta parada, en silencio y para sí mismo sopesó repetidamente su decisión, oscilando entre una y otra posibilidad y cambiando innumerables veces de opinión; también comunicó largamente sus dudas con los amigos presentes, entre ellos Asinio Polión, tratando de conjeturar los grandes males que causaría a la humanidad el paso del río y también la memoria de la posteridad sobre este episodio. Finalmente, cediendo a un impulso, como si abandonara la reflexión y se dejara llevar hacia el futuro, pronunció la frase que es el preludio común de quienes se lanzan a empresas difíciles y osadas: «Lancemos el dado», y procedió a cruzar el río. El resto del trayecto lo hizo ya a la carrera, y cayendo sobre Ariminio antes del alba ocupó la ciudad. Se dice también que la noche antes del paso del río tuvo un sueño nefando, pues le pareció tener comercio inconfesable con su propia madre.

Plutarco. Vidas paralelas. Julio César, 32.

jueves, 4 de abril de 2019

En esto se anunció que César se había apoderado de Arimino

En esto se anunció que César se había apoderado de Arimino, gran ciudad de Italia, y que marchaba directamente hacia Roma con todo su ejército. Pero esta noticia era falsa, pues marchaba con no más de trescientos caballeros y cinco mil soldados de infantería. Él no había esperado al resto de sus tropas, que estaban al otro lado de los Alpes, porque prefería lanzarse por sorpresa contra los enemigos cuando ellos estaban en desorden y no esperaban su ataque, antes que darles tiempo de prepararse para el combate. Así pues, cuando llegó a orillas del río Rubicón, que marcaba el límite de la provincia que se le había concedido, se detuvo en silencio y dedicó un tiempo a reflexionar consigo mismo sobre la magnitud de su atrevimiento. Después, como aquellos que se lanzan desde un precipicio a un abismo profundo, hizo callar a la razón, apartó la vista del peligro y, gritando ante los presentes sólo estas palabras en griego: «La suerte está echada», hizo que su ejército cruzase el río.

Plutarco. Vidas paralelas. Pompeyo, 60.

Ante sus dudas, se le ofreció la siguiente señal

Ante sus dudas, se le ofrecio la siguiente señal prodigiosa. Un hombre de extraordinaria estatura y belleza aparecio de repente, sentado en un lugar cercano, tocando una flauta; habiendo acudido en masa para oirle, ademas de los pastores, una multitud de soldados de los puestos vecinos, y entre estos tambien trompetas, le arrebato a uno de ellos su instrumento, se lanzo hacia el rio y, comenzando a tocarlo con enorme aliento, se dirigio a la otra orilla. Entonces dijo César:  "Vayamos a donde nos llaman los prodigios de los dioses y la iniquidad de nuestros enemigos. La suerte esta echada".

Suetonio. Vida de los doce césares. Julio César, 32.

Al tener conocimiento de estos hechos

Al tener conocimiento de estos hechos, César arenga a sus soldados. Les relata las injurias que, en todo tiempo, le han hecho sus enemigos; se queja de que Pompeyo haya sido inducido y arrastrado por ellos por envidia y resentimiento de su gloria, mientras que el propio César siempre había favorecido y ayudado a Pompeyo en sus cargos y dignidades. Se lamenta de que se haya sentado un precedente en la república al perseguir y oprimir con las armas el derecho de veto de los tribunos que había sido restablecido en años anteriores. Sila, que había despojado de todas las prerrogativasa la potestad tribunicia, sin embargo le había dejado el libre derecho del veto; Pompeyo, con la apariencia de haberles restituido lo perdido, les había arrebatado incluso los derechos que antes poseían. Cuantas veces se había decretado que los magistrados procurasen que la república no sufriera ningún daño, fórmula y decreto del senado con que se llama a las armas al pueblo romano, se había hecho con motivo de leyes peligrosas, de violencia por parte de los tribunos, de división del pueblo en bandos, habiéndose apoderado de los templos y lugares elevados; y les muestra que estos hechos de tiempos pasados fueron expiados con la muerte de Saturnino y de los Gracos. En aquella circunstancia no se había producido ni siquiera pensado nada semejante; no se había promulgado ninguna ley; no se había tratado de agitar al pueblo; no se había producido ninguna escisión. Les exhorta a que defiendan contra sus enemigos el prestigio y la dignidad del general bajo cuyo mando habían servido felizmente a la república durante nueve años, habían librado muchos combates victoriosos y pacificado toda la Galia y Germania. Gritan unánimemente los soldados de la legión XIII que se
encontraba allí (pues la había llamado al principio de aquel movimiento: las restantes aún no habían llegado): que estaban dispuestos a defender a su general y a los tribunos de la plebe, de las injurias de sus enemigos.

Julio César. Guerra Civil, 1, 7.

Hasta aquí, pues, las que se dice fueron sus actividades

Hasta aquí, pues, las que se dice fueron sus actividades antes de su mando en las Galias. Esta época —con las guerras que libró a continuación y las campañas con las que domeñó la Galia— supone como si dijéramos un nuevo comienzo en su carrera, pues le hizo adoptar un nuevo género de vida y
encaminarse a nuevas empresas. Allí tuvo ocasión de revelarse como un guerrero y estratega en absoluto inferior a los generales más grandes y admirados del pasado; es más, si se lo compara con los Fabios, los Escipiones o los Metelos, con los militares de su tiempo o de la época inmediatamente anterior —Sila, Mario, los dos Lúculos o el propio Pompeyo, cuya gloria florecía entonces por todo lo alto gracias a su polifacético talento militar—, con sus hazañas César sobrepasa a todos ellos, al uno por la dificultad de los lugares en que combatió, al otro por la extensión de tierra conquistada, a éste por el número y fortaleza de los enemigos vencidos, a aquél por la singularidad y doblez de los pueblos que se supo conciliar, al uno por su moderación y mansedumbre para con los prisioneros, al otro por sus regalos y favores hacia sus compañeros de campaña, y a todos por el gran número de batallas libradas y de enemigos aniquilados. En efecto, durante los escasos diez años que duró la guerra de las Galias, tomó por la fuerza más de ochocientas ciudades, sometió a trescientas naciones y se enfrentó en diferentes batallas a tres millones de enemigos, acabando con la vida de un millón y capturando el mismo número de prisioneros.

Plutarco. Vidas paralelas. César, 15.

miércoles, 3 de abril de 2019

Having entered upon his office

Having entered upon his office, he introduced a new regulation, that the daily acts both of the senate and people should be committed to writing, and published. He also revived an old custom, that an officer should precede him, and his lictors follow him, on the alternate months when the fasces were not carried before him. Upon preferring a bill to the people for the division of some public lands, he was opposed by his colleague, whom he violently drove out of the forum. Next day the insulted consul made a complaint in the senate of this treatment; but such was the consternation, that no one having the courage to bring the matter forward or move a censure, which had been often done under outrages of less importance, he was so much dispirited, that until the expiration of his office he never stirred from home, and did nothing but issue edicts to obstruct his colleague's proceedings. From that time, therefore, Caesar had the sole management of public affairs; insomuch that some wags, when they signed any instrument as witnesses, did not add " in the consulship of Caesar and Bibulus," but, "of Julius and Caesar;" putting the same person down twice, under his name and surname. The following verses likewise were currently repeated on this occasion:

Non Bibulo quidquam nuper, sed Caesare factum est;
Nam Bibulo fieri consule nil memini.


Nothing was done in Bibulus's year:
No; Caesar only then was consul here.


The land of Stellas, consecrated by our ancestors to the gods, with some other lands in Campania left subject to tribute, for the support of the expenses of the government, he divided, but not by lot, among upwards of twenty thousand freemen, who had each of them three or more children. He eased the publicans, upon their petition, of a third part of the sum which they had engaged to pay into the public treasury; and openly admonished them not to bid so extravagantly upon the next occasion. He made various profuse grants to meet the wishes of others, no one opposing him; or if any such attempt was made, it was soon suppressed. Marcus Cato, who interrupted him in his proceedings, he ordered to be dragged out of the senate-house by a lictor, and carried to prison. Lucius Lucullus, likewise, for opposing him with some warmth, he so terrified with the apprehension of being criminated, that to deprecate the consul's resentment, he fell on his knees. And upon Cicero's lamenting in some trial the miserable condition of the times, he the very same day, by nine o'clock, transferred his enemy, Publius Clodius, from a patrician to a plebeian family; a change which he had long solicited in vain. At last, effectually to intimidate all those of the opposite party, he by great rewards prevailed upon Vettius to declare, that he had been solicited by certain persons to assassinate Pompey; and when he was brought before the rostra to name those who had been concerted between them, after naming one or two to no purpose, not without great suspicion of subornation, Caesar, despairing of success in this rash stratagem, is supposed to have taken off his informer by poison.

Suetonio. Vidas de los doce césares. Julio César, 20.