lunes, 30 de julio de 2012

La constelación de Virgo


La constelación de Virgo en Firmamentum Sobiescianum (1690) de Johannes Hevelius

Detrás de la Osa Mayor, la conductora, es arrastrada la constelación de Arctophylax, a la que los hombres también llaman Boötes, ya que parece poner la mano en la Osa Mayor que se parece a un carro. Boötes es muy brillante; pero debajo de su cintura rueda una estrella, más brillante que las otras: la mismísima Arturo.
Debajo de los dos pies de Boötes se advierte a la constelación de la Doncella (Virgo), que en sus manos lleva a la brillante estrella Espiga. Sea la Doncella hija de Astreo, que, como dicen los hombres, era desde antiguo el padre de las estrellas, o sea hija de otro padre, ¡que imperturbable sea su curso! Otro cuento es común entre los hombres: antiguamente ella habitó en la Tierra y conoció a los hombres cara a cara, nunca despreció en los tiempos antiguos a las tribus de hombres y mujeres, sino que tomó su asiento mezclándose con ellos, aunque era inmortal. Los hombres la llamaron Justicia; ella reuniendo a los ancianos, ya fuese en la plaza del mercado o en las calles anchas, lanzaba su voz siempre instándoles a juicios más bondadosos para el pueblo. Todavía en esta edad los hombres no tenían conocimiento de las luchas por odio, de los argumentos mordaces o del ruido de la batalla, sino que vivían una vida simple. Lejos de ellos estaba el mar cruel y todavía los barcos no les traían desde lejos su sustento, sino que los bueyes y el arado y la misma Justicia, reina de los pueblos, dadora de las cosas de manera apropiada, suplían cada necesidad de los hombres abundantemente. Mientras la Tierra alimentó a la Raza de Oro, la Justicia tuvo su residencia en ella. Pero con la Raza de Plata sólo se mezcló un poco y ya no con disposición completa, porque anhelaba las costumbres de los hombres antiguos. Aún en esta Edad de Plata estuvo sobre la Tierra; vino sola de las colinas que hacen eco al atardecer y no habló a ningún hombre con palabras amables. Cuando hubo llenado las grandes alturas con las gentes reunidas, entonces reprendió con amenazas sus malas costumbres y declaró que nunca más mostraría su cara al hombre ante su plegaria. “¡Mirad qué clase de raza los padres de la Edad de Oro dejaron tras ellos! ¡Más malos que ellos mismos, pero engendraréis una progenie más vil! En verdad las guerras y la matanza cruel estarán entre los hombres e infortunios graves caerán sobre ellos”. Así habló y buscó las colinas y dejó al pueblo, todos mirando hacia ella sin moverse. Pero cuando ellos también murieron y cuando nació la Raza de Bronce, más ruinosa de lo que fueron ellos, ya que fueron los primeros que forjaron la espada del salteador de caminos y los primeros que se comieron la carne del buey que araba, entonces verdaderamente la Justicia aborreció esta raza de los hombres y huyó al cielo y tomó esa morada, donde incluso ahora la Doncella es vista por los hombres en la noche, situada cerca de la constelación de Boötes, la que se ve de lejos.

Arato. Fenómenos, 91-136.

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